jueves, 14 de junio de 2012

Convivir en Armonia


Sabemos que cada persona tiene un determinado entorno familiar y social, su propio desarrollo emocional y establece relaciones personales e intragrupales específicas. Interiormente cada individuo puede cargar con traumas, prejuicios o tradiciones heredadas que afectan su conducta y sus posibilidades de correcta convivencia. Exteriormente sus angustias pueden ser trasladadas a quienes lo rodean, los cuales soportan ya, a su vez, sus propias angustias. 
Creemos que convivir no es solo "vivir con" alguien en un mismo espacio, no es solamente interactuar unas personas con otras y los diferentes grupos entre si. La verdadera convivencia es cuando lo hacemos respetando los derechos de todos y con tolerancia a nuestras diferencias. Así mantenemos relaciones realmente fructíferas y gratificantes. 



El actual ritmo de vida somete al hombre a la prisa, los ruidos continuos, la sobreinformación, la comida rápida, dormir poco, viajar amuchados, estudiar lo justo, apartarse de la naturaleza, dejar las actividades físicas de lado, desvalorizar los afectos, la necesidad de tener el ultimo articulo de consumo de moda, etc. Cada uno se programa rutinariamente al apuro, sumergiéndolo en un stress crónico. La neurosis es una enfermedad individual y no puede decirse que exista una neurosis colectiva, única y general. No es un fenómeno social, pero… todos estamos participando en una carrera para superar a nuestros semejantes: en el trabajo, la familia, el club, la escuela, etc.

Actualmente nuestro cuerpo tiene más medicamentos que lo protejan, pero nuestra mente es mucho más atacada que en otras épocas. En otros tiempos el cansancio era físico y las distracciones se buscaban para combatir el aburrimiento de los acomodados. Hoy el cansancio es físico y mental, buscamos distracciones que no nos hagan pensar, que duerman y emboten nuestras neuronas, para contrarrestar el trajín cotidiano. Por eso tienen tanto éxito los programas televisivos y películas que nos hacen “pasar el rato” sin hacernos pensar en lo más mínimo.

Muchos buscan el consejo de conocidos (que tal vez carguen con peores traumas que los nuestros), de revistas para mujeres, emisiones televisivas o radiales de “expertos” (que dan consejos generales poco aplicables a nuestros casos específicos) o astrólogos y curanderos (que miran más nuestro bolsillo que nuestra salud). Antes se recurría al cura, pastor, rabino o jefe de una comunidad religiosa que profesáramos. Hoy tenemos libros de autoayuda para motivarnos o levantar la autoestima; los psicologos, para los que pueden pagarlo; o los psiquiatras para casos más serios.

A su vez, los conflictos dentro de los diferentes grupos sociales en los que participamos son inevitables. Incluso son beneficiosos en ambientes controlados (por ejemplo en dinámicas grupales) donde se pueden sacar conclusiones y aprender de las diferentes situaciones criticas.

La violencia es la principal enemiga de la buena convivencia, ya sea física, verbal o emocional.

Los principales lugares donde se debe fomentar la convivencia son el hogar y las instituciones educativas. Son dos ámbitos muy diferentes, pero donde más tiempo y cuidados se prodigan. Hay que empezar temprano pues es cuando formamos nuestra personalidad y donde podemos fijar nuestra conducta posterior.

Aprendiendo a convivir mejor lograremos una convivencia en armonía, o por lo menos estaremos más cerca.

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